lunes, 18 de julio de 2011

Odisea en El caró

El paciente fue recepcionado en urgencias con el lóbulo pulmonar expuesto

El cirujano pediátrico Germán Azaharez y el paciente en franca recuperación
Cuando el domingo 10 de julio a las dos de la tarde el doctor Germán Azaharez Leal descansaba en el dormitorio de la guardia médica del hospital pediátrico Pedro Agustín Pérez, en la ciudad de Guantánamo, decenas de kilómetros al oeste de la urbe más oriental de Cuba se desencadenaba un trágico acontecimiento.
A esa hora en El Caró, zona de difícil acceso en el municipio de El Salvador, de la serrana provincia de Guantánamo, Orlenis Pérez Larrea, un niño campesino de 11 años de edad, subía a la grupa de una mula que, resabiosa comenzaba a corcovear hasta que metros más adelante derribaba de su lomo al imberbe jinete.
Durante la caída Orlenis sufrió una herida de tres centímetros en el quinto espacio intercostal de la región anterolateral izquierda del tórax, que en opinión de los médicos fue presumiblemente causada por un objeto cortante, aunque el niño asegurara que la produjo un palo en el sitio del accidente.
Lo cierto es que el orificio permitió el paso de la presión atmosférica a la cavidad pleural, provocando la compresión volumétrica del pulmón, lo cual facilito la ulterior evisceración o salida al espacio exterior del lóbulo inferior del pulmón izquierdo del niño, por suerte sin daño estructural del órgano.
La aparición del rosado y esponjoso órgano en la pared torácica externa del infante desencadenó entre quienes lo acompañaban alarma y desesperación, ante la real expectativa de complicaciones que comprometieran la vida del hasta entonces vivaz muchacho, ahora inconsciente en brazos de sus socorristas campesinos.
“Era algo más de las dos de la tarde –cuenta Enma, la madre de Orlenis, ahora sosegada, junto al lecho hospitalario donde se recupera el infante-. “Ahí mismo dejé la batea y por suerte había un vehículo que nos trasladó al policlínico de La Yaya, atravesando la ‘sierrita’ (Sierra Canasta).
“Se dice rápido, pero era un viaje de nunca acabar… y aquel niño con “la punta del pulmón afuera”. En el policlínico lo atendieron urgente y los de la ambulancia lo llevaron rápido para Guantánamo, pero entre una cosa y otra eran ya las seis de la tarde cuando llegamos al pediátrico”. Habían transcurrido cuatro horas desde el inicio de la odisea.
Seis días después, con el paciente estable y recuperado, Azaharez Leal, el cirujano pediátrico que lo asistió, precisa que a pesar del tiempo transcurrido entre el accidente y la recepción hospitalaria, el niño había sido asistido con precisión y rigor profesional por la atención primaria de salud, y solo presentaba ligera falta de aire, taquicardia y dolor local.
A su favor oficiaron también –subraya el especialista de segundo grado en cirugía pediátrica- la salida al exterior sin daño orgánico del lóbulo pulmonar, que selló la herida e impidió la presencia de sangre y aire en la cavidad pleural, es decir, que se produjera como grave complicación la hemoneumotora.
Diez minutos después de su llegada, y practicados los procedimientos de rigor (análisis complementarios, rayos X de tórax, reactivación del toxoide tetánico, lavado, desinfección y aplicación de antibióticos) comenzó la intervención quirúrgica: pleurotomía media en el quinto espacio intercostal, que con el correspondiente proceder anestésico de intubación selectiva del pulmón intacto permitió reducir el afectado y devolverlo a la cavidad toráxica.
Enma Larrea, aunque desconoce cuántas manos se movieron para salvar a “su niño” las agradece, mientras desde el anonimato se sienten satisfechos profesionales como los doctores Luis Grenote, Lisardo Guilarte y la licenciada Mulen, de anestesia; Virgen Paumier, instrumentista y Rumaldina, enfermera circulante del quirófano; o intensivistas pediátricos como la doctora Yalina Argote, entre muchos nombres imprescindibles en esta historia.
El niño, por su parte, cuando el susto es solo un recuerdo, ríe desde el lecho de convaleciente y hasta propone cambiar el refrán popular cubano, porque la mula a quien tumbó fue a Orlenis, nada de al desconocido Genaro de la leyenda.

1 comentario:

vidzee dijo...

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