lunes, 1 de agosto de 2011

El Tetí: los mitos y las realidades

La mano muestra, casi transparentes, los alevines del Tetí, y de mayor tamaño, los denominados "Malandrines" que anteceden el arribo a los deltas fluviales

En Baracoa, las más antigua ciudad cubana, a mil kilómetros al Este de La Habana, Tetí es un ancestral misterio que cada año empuja a la desembocaduras de los ríos a decenas de pescadores para capturar por millones  o toneladas a los ignotos pececillos, un ritual a la menguante luz de luna, bajo el hechizo de faroles de keroseno y el sumergir de sábanas y mosquiteros en las aguas de los deltas fluviales de la zona.
Entonces desafían la frialdad de las aguas, madrugadas, mosquitos y jejenes para llenar sacos de tetíes que al amanecer comercializan en la ciudad, donde la población los demanda como plato especial, inscripto desde siempre en el diversificado recetario del arte culinario de la ciudad más antigua de Cuba: raspadura, frituras, seco, con arroz, asado, compuesto… son algunas de las variantes, que incluyen también la preferida cocción con leche de coco.
En tan lejana fecha como 1875, al editar la cuarta y última versión de su “Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas”, el sabio cubano Esteban Pichardo y Tapia (1799-1879) inscribe Tetí como nombre masculino de voz indígena y define:
“(…) pezecitos reciennacidos que en los plenilunios de agosto, septiembre y octubre entran por la boca del río Duaba, al Oeste de Baracoa, donde las gentes recogen millares con sábanas y cuyas pesquerías dan motivos a escándalos, según cuentan”.
Desde tiempos inmemoriales y no acreditados en documento alguno, como asegura Alejandro Hartmann, Historiador de Baracoa, los citadinos  capturan, consumen el tetí y se cuestionan su origen y destino, alimentando la mística leyenda del diminuto y casi transparente nadador.
Cuentan convencidos los avezados captores del Minúsculo que el tetí “solo entra con la luna en cuarto menguante… pero es ‘un bicho’, antes manda ‘su correo’, el malandrín, un ‘pejecito’ tan pequeñito como él, ‘encargado’ de ‘explorar la zona’, de alertar cómo ‘está el paño’, si los hombres lo esperan para ‘cazarlo’ ”.
Aseguran que los tetíes son puntuales detrás de su “correo” y son descubiertos por  los pájaros que vuelan por encima del río para capturar los malandrines y manjúas, avanzadas del pececillo, que tiene muchos enemigos, entre ellos la morena (Muraena helena) que en esa época visita la desembocadura y no deja de ser un peligro potencial.
Los pescadores baracoenses clasifican en su comarca cuatro tipos de tetí: “Cabezón”, “Grande”, “Chiquitico ojicandela” y “Chirriquitico”; y coinciden en asegurar que si al venir la arribazón aparece una mujer embarazada, o en período menstrual o hay un pescador “sin sangre” para esa captura, los pececitos se esfuman.
Empero, sin acuerdo posible, unos aseguran que llegan en cardumen de entre ocho y 10 toneladas en viaje río arriba, como el salmón, y otros apuntan que arriban en bolas que al chocar contra las piedras  “revientan” liberando miles de tetíes que siete días después mueren, por lo que es preciso cogerlos en las primeras 72 horas.
Otra “verdad pesquera” de la Primera Villa y Episcopado de Cuba, a donde llegó Cristóbal Colón un lejano 27 de noviembre de 1492, es que las manchas o bolas de tetí son exclusivas de esa región antillana y dentro del área geográfica únicamente aparecen cada año en los estuarios de los ríos Duaba, Toa, Macaguanigua, Miel, Mata y Yumurí.
Con redes y mosquiteros cada año los lugareños emprenden la singular pesquería
Leyendas y Realidades
Aunque los pescadores de tetí en Baracoa aseguran que no se ha podido demostrar quiénes son esos anuales forasteros, a pesar de investigaciones ocasionales en época de captura, lo cierto es que el tetí que se avista en esa primera Villa fundada por Diego Velázquez el 15 de agosto de 1511, pertenece a dos especies científicamente identificadas: Sicydium plumieri (Bloch, 1786) y Sicydium punctatum (Perugia, 1896).
Datos aportados por el Licenciado en Biología Alain García Rodríguez, ictiólogo del Instituto de Oceanología de Cuba, señalan a la primera especie como “tetí o sirajo” y al igual que su congénere integra la familia de los Gobiidae, cuyo nombre común es gobios.
Este espécimen tiene color olivo o violeta, con unas 7 barras negras en el cuerpo; una barra oscura en la base de la aleta pectoral; la dorsal con marcas negras irregulares;  y anal con banda negra y a veces con el borde blanco.
De acuerdo con la información suministrada por el Instituto de Oceanología, este tetí, cuyos  ejemplares machos pueden alcanzar en la adultez hasta ll centímetros, encuentra hábitat en Cuba, Jamaica, Puerto Rico, Martinica, Guadalupe, St. Vincent, Barbados y a pesar de la pequeña talla, sus alevines son objeto de pesca tradicional durante sus migraciones del mar hacia los ríos.
El Sicydium punctatum, describen los especialistas cubanos, posee cuerpo grisáceo, con numerosas manchas negras  pequeñas en la parte inferior de la cabeza; escamas ciliadas con un lunar carmelita en el centro; dorsales carmelitas, anal transparente, con una estrecha línea negra y disco ventral amarillento. De adulto puede medir ocho centímetros.
Este espécimen, para nada exclusivo de Baracoa, confirman estudiosos de varios países,   habita en el Atlántico occidental, sobre todo en las costas caribeñas de México, Venezuela, Colombia, Dominica, Jamaica, Martinica, Puerto Rico (donde lo denominan zetí), Trinidad y Tobago, Panamá, República Dominicana y Cuba donde disfruta de aguas cálidas y los machos pueden llegar hasta ocho centímetros de talla.
Diversas investigaciones científicas en Colombia, Venezuela y México demuestran, a diferencia del pensamiento popular baracoense, que el tetí es una especie migratoria que vive en agua dulce, entre las rocas, en el curso alto de los ríos, cercano a las montañas, donde inicia el acto reproductivo.
Según el estudio de un colectivo de autores (1) intulado “Los Peces del río Aroa, cuenca del Caribe, Venezuela”,  en ese torrente el tetí es bautizado como “Peguita” y cada hembra es capaz de aportar unos 90 mil huevos, los cuales son arrastrados por el caudal hasta el mar, donde eclosionan y comienza el desarrollo larvario.
Aportan estudiosos colombianos (2)  que una investigación en febrero de 1987 y enero de 1988 demostró que el desove se producía allí de mayo a diciembre, con picos entre junio y octubre, mientras los alevines regresaban del mar entre agosto y diciembre, siempre al finalizar la fase lunar de cuarto menguante.
Precisa el mismo estudio que el 25 por ciento de los ejemplares que remontaron el río llegaron a tener talla de entre 60 y 64 milímetros y un análisis de su contenido estomacal encontró algas y bacterias.
Los investigadores mexicanos (3) afirman que existen entre seis y 12 especies de tetíes, las cuales en su estadios primarios (semanas o meses) flotan en el mar y se alimentan de plancton, organismos microscópicos en suspensión en las aguas, hasta que reaparecen en los estuarios de los ríos originarios, para emprender un regreso que no todos los alevines coronan por padecer entonces inanición, lo cual refuta la tesis popular baracoense de la mortandad en siete días por finalizar el tiempo existencial de la especie.
El tetí definitivamente es bien conocido y científicamente clasificado: Reino: Animalia. Filo: Chordata. Clase: Actinopterygii. Subclase: Neopterygii. Infraclase: Teleósteo. Superorden: Acanthopterygii.  Orden: Perciformes. Familia: Gobiidae. Género: Sicydium. Especie: plumieri ó punctatum (en Cuba).
Más allá del misterio, de la rarísima nomenclatura científica para el pescador común, cada año en las menguantes de agosto, septiembre y octubre, redes, faroles y pescadores se unirán en los estuarios para al amanecer lanzar a los cuatro vientos el esperado pregón “¡ Traigo Tetí fresco, muy fresco mi tetí…!”.
El Yunque de Baracoa, "montaña alta y cuadrada que parece Isla", como la describiera en 1492 Cristóbal Colón, es testigo de las anuales pesquerías desde tiempos inmemoriales
(1)  Douglas Rodríguez, Ahyran Amaro, Jorge Coronel y Donald C. Taphorn
(2) Silva Melo, Lucio. Aspectos morfológicos del tetí (Pisces: Gobilidae: Sicydium Ponctatum, Perugia 1896) en la región de Santa Marta, Colombia. Tesis de postgrado para Ms en Ciencias Biológicas, línea de biología marina.
(3) Lyons, John. La distribución de Sicydium valenciennes 1837 (Piscis. Gobidae) en México y América Central. Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa.  Distrito Federal, México 2005

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