Embajada en Rusia: moscovitas muestran su amor por el Comandante en Jefe Fidel Castro |
“¡Qué monstruos!, no saben
la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado…”, escribía desde
la Sierra de Maestra Fidel Castro Ruz, Comandante en Jefe del Ejército Rebelde,
el 30 de noviembre de 1957, al conocer la muerte de Frank País, en el callejón
del Muro (Santiago de Cuba) a manos de los esbirros de la tiranía de Fulgencio
Batista.
La frase retumbó en la
madrugada de este 26 de noviembre cuando la Calle 8, de Miami, se volvía un carnaval
y pequeños monstruos, a veces no tan pequeños, exhibían una euforia salvaje: Miserables
estúpidos –diría hoy- no saben la dimensión del hombre que partió a la
eternidad para hacerse presente y futuro en millones y millones de habitantes del
planeta.
“Los hombres van en dos bandos: los que aman
y fundan, y los que odian y deshacen”, sentenció José Martí. A los segundos
pertenece la jauría de la Pequeña Habana, seguidora de fascistas como Ileana Ros-Lehtinen, congresista
USA, que públicamente abogó por el asesinato de Fidel, y respaldó siempre a Luis
Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, connotados terroristas internacionales,
responsables de la voladura del avión de Cubana frente a las costas de Barbados
el 6 de octubre de 1976.
Qué
horror: a coro festejan
la muerte del hombre que hoy llora toda Cuba y millones en el mundo y por quien
el Papa Francisco expresó sentimientos de pesar acompañados
de condolencias a Raúl, al Gobierno, a los “familiares del difunto dignatario,
y al pueblo de esa amada nación.
También el Santo Padre ofreció “plegarias al Señor por su descanso”
en tanto confiaba “a todo el pueblo cubano a la materna interseción de Nuestra
Señora de la Caridad del Cobre patrona de ese país”.
Pero los malos cubanos del norte, asesinos o descendientes de la estirpe de
Batista, cuyo despótico y cruel régimen el Guerrillero del Tiempo exorcizó, están
de fiesta y blasfeman, califican al Líder de Tirano o Dictador, como si alguna
vez gobernara sin el apoyo mayoritario de su pueblo.
Que esperar de ellos cuando su impredecible y aún
no estrenado presidente, Donald Trump, irrespetuosamente calificó al fallecido
Líder cubano como "brutal
dictador" que "oprimió a su propio pueblo", mientras contra toda
ética y sentido común aseguró que su fallecimiento deja "un legado de
fusilamientos, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y negación de derechos
humanos fundamentales”.
¡Qué ignorante anormal tendremos por adversario!
Jauría de Miami: los que odian y deshacen |
Sepan, borricos, analfabetos políticos, iletrados etimológicos que
Déspota define a la persona que se arroga poderes políticos apoyado en la
fuerza, que contra Derecho obtiene el gobierno y abusa de ese poder,
superioridad o fuerza, algo que recuerda, sí, el golpe de Estado del 10 de
marzo de 1952, época que añoran porque proceden de allí, son génesis del batistato.
Fidel
Castro Ruz, nada tiene en común con Augusto Pinochet (Chile), Jorge Videla
(Argentina), Alfredo Stroessner (Paraguay), Hugo Banzer
(Bolivia), Anastasio Somoza (Nicaragua), Francois
Duvalier (Haití), Rafael Leonidas Trujillo (República Dominicana) o Fulgencio
Batista Zaldívar (Cuba), excelentes hijos de… Estados Unidos, que masacraron a
sus pueblos siguiendo los dictámenes de Washington y la CIA.
El Líder Cubano, concuerdo ahora, es un Dictador, porque
dicta a los pueblos conferencias magistrales de antimperialismo, dignidad,
soberanía, independencia, solidaridad, internacionalismo. Porque enseñó a los
cubanos a jamás ponerse de rodillas, ni temblar; a resistir el genocida bloqueo
y las vicisitudes económicas, ataques terroristas, crisis de misiles; dignificó
la Patria y demostró, tal como predijo Martí, la importancia de Cuba en los
destinos del Mundo.
Enseñó a su pueblo a desarrollar la ciencia y el
conocimiento, a ser culto, altruista, le inculcó altos valores patrióticos y a
sentir en mejilla propia la ofensa imperial a cualquier de los pueblos del
mundo.
Cuba, por la obra de la Revolución y Fidel, brilla
en el concierto de las naciones y aunque desde 1959 Estados Unidos trata de
rendirnos por hambre y necesidades, provocar el descontento del pueblo y el
rechazo a sus líderes, la Isla exhibe indicadores de primer mundo en muchísimos
aspectos del desarrollo humano, sin dejar de compartir lo que tiene, porque
nada le sobra.
La Revolución Cubana despertó la América, liberó al
África del apartheid y sembró amor, educación y sanidad por todo el orbe.
Ejemplos sobran en los millones que aprendieron a leer, recuperaron la visión,
sobrevivieron al ébola, o reciben asistencia de 38 mil trabajadores de la salud
en 76 países de todos los confines, acciones dibujadas e impulsadas por ese
gigante que dice adiós, pero deja un legado irrenunciable, de palpitante
actualidad y futuro.
Once presidentes, en 57 años, no pudieron con él y
su pueblo. Intentaron asesinarlo en 640
ocasiones inútilmente. Cerró los ojos a sus 90 años y dejó un pueblo
culto, políticamente sabio y una juventud preparada para seguir adelante,
retoños vigorosos de su Caguairán inolvidable, continuidad imbatible para la
jauría salvaje de apátridas. Fidel, como Martí, en Cuba jamás dejará de existir.Cuando un pueblo enérgico y viril llora la injusticia tiembla. |
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