Por Ariel Soler Costafreda. Fotos del autor
El 9
de julio de 1896* Máximo Gómez Báez,
General en Jefe del Ejército Libertador, regresaba de la victoriosa invasión a
Occidente y al llegar a Boca de Dos Ríos,
en la actual provincia de Granma, bajó de la grupa de su cabalgadura y recogió
unas piedras a orillas del río Contramaestre…
La
tropa, conmovida, imitó al Jefe y minutos después, llegaban a un cercano punto
de la confluencia de los cauces del Cauto y el Contramaestre. Allí una cruz de
madera marcaba el lugar exacto donde José Martí cayó en combate tras desafiar,
a pecho limpio, las descargas españolas y morir de cara al sol, como siempre
deseó.
Aquellas piedras fueron simiente del monumento que en la actualidad
recuerda al 19 de mayo de 1895, día
doloroso para todo patriota. Treinta y ocho jornadas antes, el 11 de abril, el
Delegado del Partido Revolucionario Cubano desembarcaba en La Playita,
Cajobabo, actual municipio guantanamero de Imías, para incorporarse a la Guerra
Necesaria, iniciada el 24 de febrero de ese año.
Fue una noche borrascosa, con mar embravecida por la ventisca de abril, cuando el carguero alemán “Nordstrand” dejó a seis expedicionarios, mambises sin experiencia marinera, en un bote a tres millas del litoral, chalupa a la cual, para colmo, se le rompió el timón en la azarosa travesía a remos hacia la costa.
A
las 10 y 30 de la noche –según los historiadores- alcanzaban tierra patria el
Apóstol de la Independencia de Cuba; el Generalísimo Máximo Gómez Báez, los
brigadieres Francisco Borrero Lavadí y Angel Guerra; el Teniente Coronel Marcos
del Rosario y Mendoza, y el Capitán César Salas.
Comenzaba el “vía crucis” del Maestro desde Cajobabo a Dos Ríos, 393
kilómetros y 897 metros a través de los campos insurrectos de Guantánamo,
Santiago de Cuba y la actual provincia de Granma, ruta en la que estableció 27
campamentos, y la historiografía
distingue tan largo como penoso peregrinar, con 11 lugares significativos,
En Rancho Tavera es ascendido a Mayor General |
El
14 de abril se produce, en Sao de Najesial, el primer contacto con fuerzas
insurrectas al mando del comandante baracoense Félix Ruenes, y sentencia:
“…subir lomas hermana hombres…”, porque lo ha hecho, de tal manera, que el
Generalísimo reconoce la resistencia de Martí.
Hasta el 16 permanece en el Rancho de Tavera y allí describe: “…Gómez, al pie del monte, (…) me dice bello
y enternecido, que, aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército
Libertador, por él su jefe, electo en consejo de jefes, me nombra Mayor
General. Lo abrazo, me abrazan todos”.
Mausoleo en el cementerio de Santa Efigenia. |
Duele la caída del intrépido Arcid Duverger, pero se festeja el triunfo
de las armas mambisas, tras el cual José Maceo regala al Delegado el brioso
caballo Baconao, el mismo que monta en la trágica hora de su muerte. Cuentan
que el animal herido, sin su jinete, regresó al campamento de Máximo Gómez,
quien lo liberó para que nunca más fuera montado.
Otro
día glorioso se apunta en la casi despedida de Guantánamo. Es 27 de abril en
Vuelta Corta, zona de Filipinas, donde el Maestro recibe a Pedro A. Pérez,
líder de los sublevados en la región, quien le entrega la primera bandera
cubana, confeccionada por su esposa: Juana Pérez.
Durante sus últimos días en la región extremo oriental de la Isla pone
al día la papelería para “dejar ordenada la guerra enérgica y magnánima”,
dirige circular a los jefes para que
castiguen con la pena de traición cualquier intentona de perturbar la
conflagración.
Es
febril la actividad del Apóstol: imparte instrucciones al recién nombrado Mayor
General José Maceo, dirige carta a Bartolomé Masó y una nota a Félix Ruenes
para que envíe un representante de Baracoa
“a la Asamblea de delegados del pueblo cubano para elegir el gobierno
que deba darse la revolución”, escribe.
La tumba del Apóstol |
El
10 de mayo, con la llegada a Travesía, en la actual provincia de Granma,
comienzan los últimos diez días en la vida de José Martí, marcados por intensa
actividad organizativa: redacta documentos como las Instrucciones a los jefes y
Oficiales del Ejército Libertador, y cartas a Bartolomé Masó y a su amigo
Manuel Mercado, esta última considerada su testamento político:
“Ya
estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber
—puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo
con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados
Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”,
escribía el 18 de mayo desde Dos Ríos.
Al
siguiente día se cumplían 45 años de haber ondeado, por primera vez, libre al
viento, la Bandera Cubana, y Martí
amaneció vestido con americana y corbata negras, cinto, alpargatas y pantalón
carmelita claro.
Monumento den Dos Ríos, donde cayó abatido |
Debido a una delación, 600
soldados españoles comandados por el coronel José Ximénez de
Sandoval, seguían el paso de los
cubanos. Ese día José Martí se dirige a Vuelta Grande, en las orillas del
Contramaestre para reunirse con las fuerzas de Bartolomé Masó.
denso matorral
recibe la mortal cerrada descarga de los fusileros españoles.
Tres
balas impactaron su cuerpo: una, en el pecho, le quebró el esternón; otra, en
el cuello, por debajo de la barba,
destrozó el labio superior; y la tercera, en el muslo derecho, fracturó la tibia y el peroné. El sol bañaba
su rostro, contaba solo 42 años de edad y con la muerte burlaba definitivamente
a la muerte.
*Mención en el diario del Generalísimo
referida por Danilo Arrate Hernández, en El vía crucis del Apóstol, premio
Investigación histórica del Concurso 26 de Julio de 1996, publicado por
ediciones Verde Olivo en 1997, pág. 123., libro que, junto a José Martí,
diarios de campaña, fueron tomados como
fuentes principales para este artículo.
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