viernes, 13 de junio de 2014

Ver o no ver, esa es la cuestión

Los lentes de contacto cosméticos, para cambiar la apariencia y el color del mirar, suponen un perenne riesgo para la visión



La doctora Miladys Velázquez Matos durante el primer trasplante de córnea practicado en Guantánamo.
Celina tiene una dolorosa historia que contar. Es una guantanamera de 43 años de edad, madre de dos pequeñas de cinco y ocho años, respectivamente, que heredaron la belleza de sus ojos color café.

Ella ignora quien es Marilyn Manson, y nunca bailó los ritmos de su banda de rock industrial, pero fue víctima de la transculturación impulsada, junto a otros íconos de la farándula, por el excéntrico estadounidense: los lentes de contactos cosméticos.


Celina Osorio Claro
Brian Hugh Warner, es el verdadero nombre del referido compositor, cantante, actor, escritor, pintor y director de cine estadounidense, cuyo seudónimo artístico formó con los nombres de sus coterráneos Marilyn Monroe, y el asesino en serie Charles Manson, quien cumple cadena perpetua en Estados Unidos.


Marilyn Manson tiñe de blanco sumirada


El rockero de marras, quien “tiñe” de blanco su mirada, se ha convertido en el más imitado por quienes se suman al riesgoso modismo expandido mundialmente, alentado por el capital y las casas comercializadoras de los peligrosos artificios, capaces de imprimir hasta fosforescencia al ojo humano.



“Caí en esa trampa de apariencia”, confiesa hoy Celina Osorio Claro, desde la sala de su casa, mientras escudriña al periodista con el ojo izquierdo, único con enfoque por ahora, mientras espera el comportamiento evolutivo del derecho, con “visión de luz” y sometido a trasplante de córnea para conservarlo y, perspectivamente, someterlo a similar procedimiento, para devolverle la visión útil, con la adicional extracción del cristalino (afectado con catarata) e implantación de un lente intraocular.

La córnea es una estructura hemisférica y transparente localizada al frente del ojo, la cual permite el paso de la luz, protege al iris y al cristalino; tiene propiedades ópticas refractivas y es preponderante en la capacidad de enfoque del órgano de la visión.

“A principio de año -recuerda- me regalaron los lentes… azules como tanto había deseado. Venían en su líquido, aunque eran de uso. La propia persona que los obsequió me los puso por primera vez. Estaba eufórica… una mulata con ojos de cielo, imaginas…

 “Cada tarde me los ponía, hasta para trabajar en mis turnos como agente de seguridad (custodio) y estaba oronda con la curiosidad que despertaba en el entorno y los halagos recibidos, sin imaginar lo que venía… mira, ojalá que nadie use esos pupilentes, ¡Qué caro me salieron!”.

Un mes después comenzaron los tormentos, dolores insoportables, seguimiento médico especializado… córnea erosionada, apareció la ulceración infectada por hongos y bacterias que a la postre disminuyeron la capacidad visual del ojo derecho de Celina.

 Miladys Velázquez Matos se nombra su oftalmóloga de cabecera, cirujana principal del equipo que en ella practicó el primer trasplante de córnea realizado por especialistas locales en la provincia de Guantánamo, donde años antes se hizo demostrativamente por profesores de Santiago de Cuba y que se ejecuta gratuitamente a los cubanos, pero tiene un costo estimado superior a los tres mil 700 dólares.

“La historia pudo ser otra, pero puede no ser la única”, afirma con preocupación la también profesora asistente y experta en córnea y cirugía refractiva, por la cada vez mayor comercialización de esos artificios en el mundo capitalista, el expansionista modismo y el inadecuado empleo en Cuba, por ignorancia o carencia de los aditivos imprescindibles que acompañan a estos lentes (de uso personal e individual), cuando son nuevos y certificados por el fabricante.
 
Ojo de gato, una de las ofertas de los comerciantes de lentillas cosméticas.
“Yo, como facultativa, desautorizo el uso de los pupilentes por el grave problema que suponen las infecciones, erosiones y perforaciones que provoca en la córnea, cuyas úlceras se infectan y pueden llevar a la pérdida de la visión y hasta del propio globo ocular.

“Las personas deben conformarse con el color de sus ojos, determinado por el iris, no por la córnea, la cual sufre la agresión de los lentes de contacto cosméticos, que le impiden la correcta oxigenación y sobre cuya superficie se hacen pequeñas heridas (queratitis).

 “Las cosas se complican luego con la pérdida del epitelio de la córnea, la aparición de erosiones, el alojamiento en éstas de los gérmenes, las úlceras.

El fenómeno afecta principalmente a los adolescentes y jóvenes, necesitados de orientación y consejos sobre los riesgos que entraña esta moda, y a esta campaña preventiva deben sumarse los padres, familiares, amigos, maestros y profesores en las escuelas, sin dejar de involucrar al sistema primario de salud”.


Doctora Velázquez, cirujana oftalmológica, al centro, vestida de verde
Oftalmólogos extranjeros citados por Internet, como los cubanos, alertan sobre el uso de tales artificios y la necesidad de prescripción facultativa tras evaluar posibles alteraciones en la película lagrimal, presencia de pterigión (carnosidad), y en su mundo aconsejan emplear lentes sellados que cumplan los estándares internacionales de calidad.

Los lentes de contacto cosméticos no son para corregir defectos visuales, solo interesan la caprichosa estética de quien los usa, lo aprendió bien Celina, quien comparte su cruel experiencia para evitar dolor y hasta la pérdida de la visión, a otros cautivados por la “colorida” moda.






No hay comentarios: