viernes, 29 de enero de 2016

En oferta guión para tragicomedia fílmica





La existencia humana  es más rica que la imaginación y como alguna que otra anécdota o recuerdo pudo servir de fuente para los guiones de la clásica comedia La muerte de un burócrata o la taquillera Guantanamera… la historia que continúa pudiera inspirar y enriquecer la cinematografía cubana.
Sería un filme que retrataría la cotidianeidad de los servicios notariales y de bufetes, otra comedia excelente, al margen de que tras la risa inocente del espectador, latieran horas, días, semanas, meses… de desesperanza e impotencia para quienes concurren a la ventanilla de un Registro Civil para solicitar documentos a su vez exigidos por abogados para procesos legales de diversos tipos.
Un día cualquiera de 2013, una casi octageneria abuela (79 años) decidió pasarle a su nieta los derechos de “su” Moscovich, adquirido como reconocimiento a toda una vida dedicada al magisterio, desde la Campaña de Alfabetización hasta el ejercicio en recónditos parajes hoy bautizados como Plan Turquino y en los últimos lustros como conductora del politécnico de Economía Asdrúbal Vázquez, de la ciudad de Guantánamo.
Solicita a la Policía Nacional Revolucionaria el Certificado de Inscripción del vehículo para iniciar los trámites legales de traspaso a la nieta y… como por arte de magia, una palabra, una condición, detectada por la Notaria en el sencillo documento destapa una Caja de Pandora, llena de obstáculos para un proceso de nunca acabar: CASADA.
Al adquirir el vehículo el 17 de julio de 1981 estaba casada, matrimonio que se disolvió el 13 de marzo del siguiente año y tres años después el otrora cónyuge fallecía (15/9/1986). Para entonces, la abuelita de marras, se había vuelto a casar (28/9/1984) y mantenido una larga convivencia (29 años) hasta el 8 de octubre de 2013 cuando enviudó.
Pero como todo tiene solución a la luz de la legalidad, la notaria indicó la declaratoria de herederos, aunque luego, a destiempo, otra colega aseguró que fue un hecho innecesario, porque solo una resolución emitida posteriormente por el Ministerio de Transporte obligaba a la declaratoria de herederos para la cesión del vehículo.
Comenzaron los dolores de cabeza ante las “vitrinas” del Registro Civil de Guantánamo, donde jóvenes empleadas conversan de todo, todo el tiempo y atienden y desatienden de las maneras más inimaginables a la población concurrente. Basta sentarse unas horas en el salón y observar, solo observar…
No hagamos larga la historia: transcurrieron 13 meses de visitas, visitas y más visitas, de saltos desde del bufete al Registro Civil, del registro Civil al bufete para completar documentos (certificaciones de matrimonio, divorcio, nacimiento, defunción…) que no aparecían, que había que enmendar y cuya solución dependía del interés humano, bastante ausente por esos lares y por esos tiempos.
Obstáculos, objetivos, subjetivos e inventados por decenas: fallas de informatización, falta de comunicación entre entidades homólogas de Santiago de Cuba y Guantánamo, cerrado por razones lógicas e ilógicas, y sobre todo morosidad extrema en las gestiones de las entidades responsabilizadas con ese actuar, virus que infecta todos los niveles ante reclamaciones de usuarios obligados al solo camino registral para poder traspasar el umbral del bufete y pagar un abogado, tampoco libre de esos pecados…
Un difunto perdido como fantasma, para cuya localización los interesados tuvieron que hurgar en los archivos de defunción del hospital Doctor Agostinho Neto, determinar hora, día, causa de muerte… para luego ser obligado en la ventanilla registral a llamar desde el celular y saber el nombre de la funeraria de Santiago de Cuba, para seguir el rastro de una inhumación “porque si  no puedo hacer nada” –frenaba impasible la empleada pública.
Excelente tema para una comedia fílmica de humor negro: en un país que proclama al mundo que no existe un solo desaparecido, el Registro Civil de Guantánamo, con todos los datos de la defunción, es incapaz de localizar un difunto enterrado en Santa Efigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba, y que solo apareció, y muy rápidamente, cuando los interesados contactaron con las autoridades del camposanto. Excelencia en el servicio… de los funerarios.
Cada meta fue un punto de partida como diría en Bohemia el desaparecido maestro de comentaristas Mario Kuchilán.
Cuando todo parecía haber tocado a su fin, nuevos horizontes se abrían y nuevas gestiones se imponían, incluso, tras la revisión de todos los documentos  por la Dirección del Bufete Colectivo No. 1, de Guantánamo, y haber indicado formalizar, pago mediante, la contratación del abogado para iniciar la imprescindible Declaratoria de Herederos.
Entonces vino otro hallazgo que paralizó por meses, hasta ahora el proceso y alargo la agonía de la abuelita: el martirizante difunto-divorciado, aparece como soltero y la subsanación del error no acaba de aparecer…  volvemos, más de 13 meses después (noviembre de 2014) al principio de la historia, sin que siquiera las máximas autoridades locales de abogados y notarios resuelvan el engorroso proceso, para que alguna vez la jubilada pedagoga sea, “de verdad”, dueña del Moscovich que le otorgó el Ministerio de Educación en 1981.
Un guión para una nueva tragicomedia fílmica está en oferta, basta entrevistar en Guantánamo a Myrna Costafreda Magdariaga, en la Casa de Abuelos de Carlos Manuel y Aguilera, o en su domicilio de Jesús del Sol No. 509 A, entre Máximo Gómez y Luz Caballero.
El guión está en oferta

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